Ese mundo en el que alguna vez habíamos visto flores, mariposas blancas, y hasta dieciséis zorzales castaños; el río, la amplia costa, y todo lo bello que solamente pueden ver los que se aman.
Renació la calma y la sensación de ser felices.
Las nubes claras se pusieron a vagar incansable por el cielo matizando el agua con su sombra, pintándola con grandes manchones oscuros. Y el viento las empujaba a gusto, a veces suavemente, a veces en forma tan violenta que las hacía chocar entre sí;
Entonces las nubes se quejaban con truenos y amenazaban con el brillo castigador de los relámpagos.
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